Taller 2. «Ponerse en su lugar»

Proyecto: Educación emocional y acompañamiento digital tras experiencias de bullying en jóvenes con discapacidad intelectual.

El pasado lunes 17 de noviembre llevé a cabo el segundo taller de mi proyecto, una sesión dedicada al desarrollo de la empatía y a la expresión emocional a través de una dinámica de role playing. El taller forma parte de la propuesta “Educación emocional y acompañamiento digital tras experiencias de bullying en jóvenes con discapacidad intelectual”, y se fundamenta en el enfoque restaurativo, la dramatización y la reflexión guiada como vías para promover una comprensión más profunda de las emociones propias y ajenas.

La actividad se apoyó en la idea de que ponerse en el lugar del otro es una competencia emocional esencial, especialmente para jóvenes que han vivido situaciones de conflicto o exclusión; y el role playing permite recrear experiencias de manera segura y simbólica, facilitando la toma de conciencia, la empatía y la identificación de emociones, al tiempo que favorece el diálogo sobre alternativas de resolución cooperativa.

El objetivo general de la sesión fue favorecer la toma de conciencia emocional y la expresión de sentimientos asociados a experiencias pasadas. Mientras que los objetivos específicos se centraron en desarrollar la empatía e identificar emociones en los demás y comprender su origen.

Durante el análisis previo se observó que los participantes presentan dificultades para comprender emociones ajenas, así como para resolver conflictos sin ayuda externa. Por ello, diseñé una sesión vivencial que permitiera experimentar distintos puntos de vista y reflexionar sobre ellos. El taller fue conducido por mí, como psicopedagoga en prácticas, junto con la formadora del programa. Se desarrolló en el aula polivalente, utilizando tarjetas de roles, sillas para las dramatizaciones y una pizarra para recoger reflexiones, sensaciones y acuerdos finales. La sesión tuvo una duración aproximada de 60-75 minutos, en un clima seguro y acompañador.

DESARROLLO DEL TALLER

Comenzamos con una breve introducción a la dramatización, explicando que representaríamos pequeñas escenas relacionadas con situaciones reales: momentos de exclusión, conflictos cotidianos, actitudes de ayuda o reconciliación. A partir de tarjetas de rol, cada participante asumió un papel: la persona excluida, el observador pasivo, el compañero que ayuda, o incluso el que ejerce comportamientos de acoso.

La experiencia fue muy enriquecedora y emotiva. Todos los alumnos participaron con ganas, mostrando una implicación que superó mis expectativas. Muchos estaban visiblemente ilusionados por “actuar” y compartir sus sensaciones; sin embargo, la actividad también removió recuerdos y emociones profundas vinculadas a sus propias vivencias previas de bullying.
Algunos reconocieron haberse sentido incómodos cuando les tocó representar el rol del acosador. Precisamente ese malestar fue un punto clave para trabajar, ya que permitió abrir un espacio sincero para hablar sobre responsabilidad, empatía y reparación.

Después de cada escena realizamos un diálogo guiado, reflexionando sobre preguntas como: «¿Cómo crees que se sintió tu personaje?» «¿Qué podrías haber hecho diferente?» «¿Qué te hubiera gustado que hicieran por ti en una situación así?»

El grupo compartió emociones, experiencias y propuestas de mejora. Se generó un ambiente de escucha muy respetuoso, donde cada intervención era valorada y acompañada. Fue especialmente significativo observar cómo identificaban emociones en los demás y ofrecían soluciones cooperativas desde su propia vivencia personal. La sesión concluyó con una puesta en común en la que recogimos en la pizarra ideas sobre cómo actuar de manera más respetuosa y empática tanto en el aula como fuera de ella.

Por motivos de protección de datos, no puedo compartir fotografías del role playing ni de los participantes durante la dramatización. No obstante, sí puedo dejar una imagen de la tabla final de reflexión, que recoge las ideas clave con las que cerramos la sesión.

Ha sido un taller intenso, emotivo y profundamente valioso. Una muestra de cómo, cuando se ofrece un espacio seguro y acompañador, los jóvenes son capaces de expresar, comprender y transformar sus emociones con una madurez sorprendente.

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