Hoy he sido profe formadora por un día… ¡Y ha sido increíble!

Hoy he tenido la oportunidad de dar clase yo sola durante toda la jornada. No con mi propia programación, sino siguiendo la del centro, lo que hacía el reto aún más interesante: entrar en su dinámica, respetar sus ritmos y, al mismo tiempo, aportar mi propia manera de enseñar.
Y honestamente… ha sido una de las experiencias más enriquecedoras de mis prácticas hasta ahora.

Uno de los momentos más especiales ha sido cuando hemos hablado sobre la inteligencia artificial. Queríamos entenderla no como un tema lejano o puramente técnico, sino como algo que ya forma parte de nuestra vida. Hemos reflexionado juntos sobre sus usos, sus ventajas, y también sus peligros: desde cómo puede ayudarnos a crear, hasta la importancia de usarla con responsabilidad y sentido crítico.

Después, hemos pasado a la parte más creativa… y ahí es donde la clase se ha transformado por completo.

Hemos usado ChatGPT para inventar cuentos, escribir poemas e incluso crear letras de canciones originales. La emoción en sus caras al ver que sus ideas cobraban forma de inmediato ha sido indescriptible. Pero lo mejor ha venido después: hemos utilizado otra IA para convertir esa letra en una canción cantada.
Escuchar su propio “tema musical” fue como encender un interruptor de ilusión en todo el aula.

Ha sido un día lleno de aprendizaje, risas, curiosidad y creatividad.
Un recordatorio precioso de por qué estoy aquí, formándome, observando, enseñando y aprendiendo a la vez.

Salgo del día con la sensación de que la educación —cuando se abre a la innovación, a la imaginación y al corazón— puede ser realmente mágica.

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